Es cierto que innumerables de veces alguna ciudad en el
mundo ha experimentado largos apagones a lo largo de la historia e incluso en
Nueva York, el apagón de 1965 no fue el único ni el más duradero y costoso aunque,
sin duda, pasará a los anales de la historia por ser el más enigmático de todos
los que jamás han ocurrido.
El mal llamado “Apagón de Nueva York”, porque ésta solo fue
una de las muchas ciudades de la costa Este que lo sufrió, comenzó de manera
inexplicable el 9 de Noviembre de 1965 a las 5:28 minutos de la tarde.
En ese instante, 36 millones de personas que habitan en los
estados norteamericanos de New Hampshire, Massachusetts, Rodhe Island,
Connecticut, Nueva York, Nueva Jersey, Vermont
y Pennsylvania, y los Canadienses de Quebec y Ontario, quedan sumidos en
la más profunda oscuridad.
Posiblemente, la zona del planeta más avanzada
tecnológicamente queda totalmente paralizada; todo deja de funcionar,
elevadores, semáforos, electrodomésticos, radio, televisión… Los núcleos
urbanos sufren grandes embotellamientos y la gente no puede llegar a sus
hogares, en las gasolineras, los surtidores de carburante no funcionan y muchos
tienen que abandonar sus vehículos en las cunetas al quedarse sin combustible.
Nadie sabe los motivos del apagón, porque no funcionan las televisiones ni la
radio, ni las rotativas de los diarios.
Es la primera vez que sucede un apagón de tanta envergadura
y apenas un puñado de edificios posee generadores propios que les dotan de unos
servicios mínimos de iluminación. En los aeropuertos todo es un caos, la
iluminación de las pistas y la comunicación con los aviones se interrumpe por
unos momentos.
Los bomberos y las fuerzas de seguridad recorren
alocadamente todos los puntos de la ciudad. Hay gente atrapada en los
elevadores y en el metro.
-“En el parque de atracciones de Long Island se han quedado
bloqueadas varias atracciones. ¡Hay niños allí arriba, bájenlos por favor!
La histeria se va desatando en muchos lugares. Se comienzan
a dar algunos casos de robos y pillaje en distintos puntos de la ciudad. Las
autoridades son conscientes de que el caos puede ir en aumento como el fallo
eléctrico dure mucho más y piden explicaciones a los técnicos que rastrean la
red en busca de la avería.
Lo que ha sucedido no tiene explicación razonable, toda la
red ha caído fallando todos los sistemas de seguridad. Nadie encuentra una
explicación a lo sucedido, puesto que los sistemas automáticos de control
energético están más que preparados para soportar y redirigir todo tipo de
sobrecargas y en el caso hipotético de fallar, están preparados para cortar y
aislar diferentes sectores. Con lo que solo los distritos en los que se
localizara la avería deberían de haber sufrido el apagón.
Cientos de trabajadores de las compañías eléctricas
comprueban cada metro de la red eléctrica. Cableados, torres, transformadores,
distribuidores… nadie encuentra avería alguna.
“Los sistemas de radar no funcionan ¡están ciegos! Cualquier
proyectil aéreo puede cruzar nuestro cielo en este preciso momento. ¡No
podríamos detectar su presencia!.”
“Es más, ni siquiera podríamos enviar uno de nuestros
proyectiles teledirigidos a interceptarlo, porque “los botones de mando con los
que se les ordena despegar, dependen de la electricidad para su funcionamiento”
¡Es inútil este inmenso aparato, no sirve para nada!”.
Exactamente a las 12 horas de su comienzo, ni un minuto más
ni un minuto menos, la electricidad volvió del mismo modo en el que se había
esfumado. Los relojes eléctricos ni tan siquiera se tuvieron que poner en hora,
puesto que sus manecillas reanudaron su marcha con gran exactitud.
En algunas zonas del Norte todavía sufrieron el apagón
durante un par de horas más por cortes manuales que se realizaron mientras se
buscaba la avería.
“Que se deslinden responsabilidades. Ciudadanos comunes y
corrientes, hombres de empresas y periodistas pidieron del gobierno de Estados
Unidos una explicación sobre lo ocurrido. Siguen llegando telegramas, señor.
Nos exigen que aclaremos lo ocurrido”.
El suceso será explicado técnicamente como un colapso en
cadena de la red interconectada de 375.000 voltios CANUSE que vincula Canadá y
la costa noroeste de los EE.UU. originada por sobrecarga en el sistema debido a
una serie de imprevistas fallas encadenadas en el sistema de protección
automática de la red.
La vulnerabilidad de las grandes ciudades quedan al
descubierto ante un suceso que se suponía nunca habría de ocurrir y que afecta
en conjunto a mas de 30 millones de personas. El disparador del colapso del sistema será atribuido
presuntamente a una falla producida en los relés de protección de la
subestación Clay en Niagara Falls, a pesar de trascender semanas más tarde de
fuentes no oficiales que una detenida inspección de los mismos no mostró
ninguna anomalía.
Sin embargo ninguna explicación logra rebatir la validez de
los testimonios de cientos de observadores, algunos calificados, acerca de las
observaciones de dos objetos voladores no identificados en el área de Niagara
Falls – Syracusa y también sobre Nueva York antes, durante e inmediatamente
después del imprevisto apagón.
Los testimonios ganan trascendencia en primera
instancia a partir de su difusión a través del
“Globe and Mail” de Toronto y del “The Syracuse Herald-Journal”.
Los testimonios más calificados corren por cuenta de
experimentados pilotos, dos de ellos comerciales, Jerry Whitaker and George Croninger,
un instructor de vuelo, Weldon Ross y avalados por el comisionado en jefe de
Aviación de Syracusa Robert C. Walsh.
Los reportes iniciales a los cuales se suman avistamientos
sobre Nueva York 20 minutos después del apagón ganan trascendencia nacional a
través de Associated Press y de la cadena NBC, del New York Journal American y
del Indianápolis Star. Las observaciones efectuadas sobre Manhattan cuentan con
el respaldo de algunas fotografías obtenidas por un fotógrafo del
Times-Magazine, pero las mismas tratarán de ser desacreditadas sugiriéndose que
en realidad las presuntas evidencias aportadas corresponden al paso de un
satélite ruso o a simples defectos de las fotografías.
El transcurso de los
días diluye la trascendencia de los sucesos reportados, pero no las sospechas
de un posible encubrimiento oficial sobre las verdaderas causas del apagón
cuyos alcances involucrarían incluso a las autoridades canadienses. Frank
Edwards, un investigador dedicado al estudio del fenómeno ovni, comprometerá a las
autoridades militares estadounidenses al afirmar que las mismas estaban en
alerta sobre la presencia de los objetos voladores no identificados en el área
desde 45 minutos antes de producirse el apagón.
Mucho se ha escrito sobre este apagón desde entonces, están
los que desmienten la veracidad de los avistamientos que cientos de personas
reportaron en su día y que opinan que todo se debió simplemente a una serie de
fallos azarosos de los sistemas de seguridad eléctricos y están los que opinan
que al igual que la película de Robert Wise, el apagón fue obra inteligencias
extraterrestres a modo de exhibición de su supremacía tecnológica ante el
gobierno norteamericano,hasta la fecha indudablemente quedo una incógnita.
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